Los que dejan huella - 20 historias de éxito empresarial - page 226-227

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empresas son pequeñas o medianas y, de esas, más del 70% son empresas fami-
liares; una empresa familiar, como la nuestra, a diferencia de las empresas na-
cionales, debe poner mucho el acento en el compromiso con la organización,
con la gente. Es un error tremendo pensar que el empresario solo persigue los
beneficios. Conozco cientos y cientos de empresarios que se dejan la vida en su
proyecto, para los que el respeto a sus trabajadores es una norma diaria.
Nunca me han movido los proyectos efímeros. Mi sueño siempre fue una
empresa pensada para la permanencia, que no deje de crecer, donde las perso-
nas se formen y aspiren a mejorar su posición profesional hasta el momento
de la jubilación. Muchas veces le digo a la gente más joven: “Has escogido una
buena empresa para trabajar, porque aquí podrás jubilarte”.
Una idea fundamental, que siempre me preocupó mucho, es procurar
compatibilizar crecimiento con solvencia, es decir, crecer con garantías. En
la vida de las empresas no siempre se puede cumplir, pero en ECISAmi mayor
satisfacción es haber superado hasta cinco crisis. En la primera, en los años
80, tuvimos que hacer una reconversión con expediente de regulación de em-
pleo. En aquella época las exigencias laborales eran impresionantes, hasta el
punto de que a los 15 días de tener un trabajador ya era fijo en plantilla, a me-
nos que lo hubieses despedido en esos días de prueba. Fue la primera y única
vez que vi en riesgo la estabilidad de la empresa, y me alegró mucho superar
con éxito la situación.
Todo este problema coincidió con la transición política en España y, ló-
gicamente, se acrecentó la incertidumbre. Yo había participado activamente
en los movimientos asociativos de los empresarios que concluyeron con la
fundación de la CEOE, colaboré en la creación de la Confederación Nacional
de la Construcción, la consolidación de SEOPAN (Patronal de las Grandes
Constructoras de España)…
En el sector de la construcción, aunque parezca lo contrario, hay mucha in-
novación. Las edificaciones de hoy no tienen nada que ver con las de hace 30
años. Desgraciadamente, reconozco que los constructores de vivienda tenemos
mala reputación –en algunas ocasiones con razón– pero son casos aislados que
salpican al sector. Si lomiramos con objetividad, uno ve las infraestructuras que
tenemos enEspaña y el avance y evolución que se ha producido tan espectacular
en el hábitat familiar, en el ámbito de la edificación, que es impresionante. Y eso,
porque ha habido arquitectos, ingenieros y diseñadores que han hecho avances
permanentes en la mejora del hábitat, que tiene una influencia fundamental en
la vida de las personas. Y también porque ha habido constructoras que han me-
jorado sus medios de actuación, sus equipos directivos, la formación de su per-
sonal, la incorporación de universitarios… En las empresas que se crearon hace
30 años, seguramente había tres, cuatro o cinco universitarios. Hoy, la mayoría,
el 90%, de los empleados y directivos de nuestra empresa son universitarios.
En 1980, ECISA crea su filial E-2 dedicada a la edificación llave en mano y, tres
años después, se integra en la matriz. Ese movimiento permite al grupo dejar de
ser “solo” un especialista en estructuras de hormigón para convertirse en una
constructora global.
En 1990 nace Iberges, nuestra futura sociedad patrimonial. Hasta hoy mismo,
la diversificación se ha desarrollado de forma lógica y natural con un resultado
sorprendente: más de 1.200 obras, 25.000 viviendas, edificación y obra civil en
España y en todo el mundo. El grupo opera en cinco países y genera el 60% de
su facturación en el extranjero: Qatar, Marruecos, Argelia y Portugal. Cuenta
con 300 empleados en España y 700 en el extranjero. La apuesta por la inter-
nacionalización comenzó hace ya cinco años. Intuimos que la construcción en
España, después de 12 años de crecimiento sostenido, estaba abocada a la re-
cesión y no quedaba más remedio que expandirse. Hicimos dos movimientos:
dejamos de ser una empresa regional importante de la Comunidad Valenciana
para expandirnos a toda España. Creamos oficinas enMadrid, y desde aquí he-
mos tenido obras y tenemos obras en varias autonomías. Y, después, nos fui-
mos al exterior. ¡Felizmente, nos fuimos al exterior!
La experiencia vital de Manuel Peláez le ha llevado a un conocimiento profundo
de la empresa familiar. Fue uno de los primeros en integrarse en el Instituto de
la Empresa Familiar y, desde entonces, nunca ha dejado de estar en permanente
contacto con sus actividades.
Soy un convencido de que la empresa familiar sirve más y mejora los intereses
sociales de los españoles. ¿Por qué? En una empresa familiar, el sentido mayor
y principal es la permanencia. En una empresa convencional, la permanencia
tiene sentido mientras se gane dinero; cuando no se gana dinero, la mayoría
de las veces se liquida, se paga y ya está. En la empresa familiar la gente pelea,
lucha en familia, para poder mantener el proyecto.
Un sueño cumplido
Manuel Peláez castillo | ECISA Corporación Empresarial
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