Los que dejan huella - 20 historias de éxito empresarial - page 270-271

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preferencia a la familia. Tengo ya una hija, María José, que ha hecho muy
buena carrera y que está en Madrid; otro hijo, Julio, está allí con su hermana.
Mi otra hija, Rebeca, está aquí en Canarias trabajando en temas del mercado;
Teresa es pediatra y Conchi, la pequeña, estudia Dirección de Empresas en el
CEU de Madrid, y finalmente, Carlos, que ya está trabajando en la empresa.
Un nieto, que fue encargado del almacén, sigue en la empresa. El trabajador
tiene que ser consciente de sus posibilidades, no tiene la propiedad de la em-
presa pero tiene el puesto de trabajo para sus hijos, evidentemente si reúnen
las condiciones. En nuestra cultura, cuando una familia tiene un problema
económico grave o cualquier cosa, se le ayuda y eso fomenta la implicación de
las personas en la empresa.
En una ocasión, alguien me dijo: “Mira, Pepito –me llamaba Pepito–, si
el empleado está de mal humor las horas que está en el trabajo porque lo
maltratan o le pagan mal, mal asunto; el empleado tiene que entrar cantando
y salir cantando.” Aquello se me quedó grabado. Si los empleados no están a
gusto, seguro que los clientes lo notan en el servicio, en la cara, en los gestos,
en lo que sea.
Cuando yo me muera, mis hijos que hagan lo que quieran. No creo en el
protocolo familiar. ¿Recuerda que tuvimos un gobernante que lo tenía todo
atado y bien atado? Cuando se murió se desató todo. ¿O no es así? Prefiero
decir que tenemos profesionalizada la empresa. Lo hicimos mi padre y yo
cuando tuvimos problemas con algunos socios de la familia Molina. Tenemos
un buen equipo ejecutivo, muy corto porque nosotros somos muy austeros.
En la austeridad está la continuidad y nuestra empresa no tiene lujos, los
despachos son sencillitos. La mayoría de los grandes empresarios españoles,
antes y ahora, son personas sencillas y trabajadoras. Cuando yo veo un niña-
to atildado en exceso, me digo: “¡Malo!”. Me gusta que la gente en el trabajo
se quite la chaqueta y si tiene que ayudar a un trabajador en el almacén, que
le ayude. No me gustan los prepotentes y orgullosos. En la empresa tiene que
haber personas sencillas que se junten con los trabajadores, que coman con
ellos. En nuestra empresa no hay comedor privado, todo el mundo tiene que
comer en el comedor público. ¿Por qué alguien tendría que comer en un co-
medor privado? Si usted quiere comer, hágalo aquí como todo el mundo, coja
su bandeja y pague sus cuatro euros de comida.
Parte de mis hijos están en la empresa y, como yo, trabajan a gusto, tie-
nen su sueldo, su medio de vida, son personas prudentes, clase media, con su
vivienda, un coche adecuado pero sin grandes lujos. Incluso yo solo uso co-
ches de segunda mano. Me gusta tener amigos con buenos coches y que cuando
quieren comprarse otro, me llaman y yo se lo compro de segunda mano a buen
precio. Si es de segunda mano, ya vale un 30%menos. Que me llamen que, si lo
necesito, se lo compro.
José Sánchez Rodríguez es un infatigable trabajador. Su agenda diaria tiene las
horas llenas. En su escaso tiempo libre le gusta oír música clásica. Cuando viaja,
procura ir a algún concierto o a la ópera. Le gustan Verdi, Puccini, Wagner,…
Recuerda con especial cariño una versión de la quinta sinfonía de Shostakóvich,
autor perseguido del comunismo, en la ópera de Bucarest en los años 70. Sonríe
al confesar que el secreto para estar en forma es consumir los productos que fa-
brica, caminar en los aeropuertos y dormir una media de seis horas al día.
Trabajo todos los días en todo momento, porque tengo que trabajar mucho.
Con seis horas de sueño es suficiente. Tengo la virtud de poder dormir en cual-
quier sitio, así que me duermo, descanso 15 minutos y recupero un poco, por-
que puedo hacerlo. Tengo la conciencia tranquila. Mi padre también dormía
muy bien, y mi madre, y mi tía, que era muy trabajadora, también, y mis her-
manos e hijos. Aunque tenga aproximadamente 1.000 empleados que cobran
todos los meses duermo muy bien… Tengo que sacar la empresa adelante para
que las familias que trabajan con nosotros no se vean sin empleo en estos mo-
mentos: hay que ser responsable.
JOSÉ SÁNCHEZ rodríguez | GRUPO JSP
Las utopías no existen
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