Los que dejan huella - 20 historias de éxito empresarial - page 276-277

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Allí, yo era un médico sin la más mínima idea de lo que era la empresa. A di-
ferencia de mis compañeros, ingenieros, economistas… que ya tenían años de
trabajo y experiencia en la empresa privada, yo era como un ser distinto que
nunca había trabajado en una empresa. Pero todos fueron muy generosos, me
ayudaron bastante y me empecé a entusiasmar. En ese momento, mi suegro,
muy inteligente, me dijo: “Mira, nosotros tenemos necesidad de resolver la
compra de algunas materias primas en Europa porque son desarrollos que
nosotros hacemos en Argentina.Hay que hablar con fabricantes de materias
primas… tú eres profesional…”.
Mi mujer, doctora en bioquímica, había trabajado en empresas farmacéu-
ticas pero más en investigación. Cuando mi suegro nos propuso eso, empeza-
mos a trabajar. Montamos una pequeña empresa comercial que tenía como
objetivo comprar los nuevos productos que la empresa de mi suegro tenía que
lanzar en Argentina, y no solo comprar, sino encontrar quien los desarrollara,
comprarlos y vendérselos a ellos.
Un año después de comenzar en este trabajo, se creó la ALIFAR y mi sue-
gro me dijo: “¿Por qué no te vienes a la reunión de ALIFAR y conoces gente?”.
Como era persona muy conocida en la industria farmacéutica latinoamerica-
na, me presentó a muchos colegas del sector que también buscaban a alguien
de confianza que les resolviera los mismos problemas que el laboratorio far-
macéutico que mi suegro tenía.
Hugo Sigman suele decir que su carrera empresarial no fue fruto de una decisión
muy pensada, ni muy elaborada, sino de las circunstancias de la vida. Chemo
nace en 1977 con el negocio de la compraventa de materias primas para la in-
dustria farmacéutica. Por aquellas fechas, Latinoamérica no tenía producción
propia de principios activos para la industria, la materia prima básica para
mezclar con excipiente y empaquetarlo en un estuche. Pero Sigman y su esposa
añadieron valor a las simples operaciones comerciales.
Nos diferenciamos de los demás porque los
bróker
tradicionales eran comer-
ciantes sin formación científica, no eran técnicos como nosotros. El hecho de
haber tenido experiencia en la práctica científica nos dio una diferenciación:
personalmente, me entusiasmaba la idea de adelantarme a las prácticas estric-
tamente comerciales y tratar de ver con años de anticipación los productos
que podrían necesitarse en el mercado. Mi mujer y yo comenzamos a estudiar
para tratar de desarrollar nuevos productos que creíamos que podrían tener
posibilidades científicas.
Por ejemplo, recuerdo que una camada de antiulcerosos vino a sustituir a
los clásicos. Cuando tuve información sobre estos nuevos medicamentos pen-
sé que podía ser un producto muy importante para la industria farmacéutica y
lo vimos con muchos años de anticipación. De modo tal que esa formación téc-
nica, universitaria y científica nos permitió ser un poco distintos a lo que eran
los comerciantes tradicionales y también nos permitía hablar con los clientes
de modo distinto.
Nos fuimos transformando en asesores de los clientes: les explicába-
mos cuáles eran las nuevas tendencias, los nuevos productos que venían…
Firmamos contratos porque podíamos identificar productos de éxito con
cierta anticipación y empezamos a identificar algunos productos que se
transformaron en un
boom
, es decir, que fueron grandes productos en el mer-
cado farmacéutico mundial.
Hubo una circunstancia que cambió nuestro destino. Fue pura fortuna.
Hasta 1978 Italia no tuvo una ley de patentes. Italia era en esa época el gran
suministrador mundial de materias primas para la industria farmacéutica: no
había industria en India, no había industria en China, no había industria en
Latinoamérica. Los grandes productores mundiales de productos genéricos
eran los italianos. Al implantar Italia la Ley de patentes en 1978, España, sin
norma de patentes, pasa a ocupar el lugar que Italia tenía hasta ese momento.
Y nosotros estábamos en España…
Me fui entusiasmando con esta diferenciación de imaginar productos
para el futuro, productos nuevos, desarrollos nuevos, que sintonizaba mucho
más con lo que yo era. Y así nos fuimos posicionando en el mundo como una
compañía que ofrecía nuevas oportunidades en laboratorios farmacéuticos,
de moléculas… Había comunicación, se les contaba, se les decía con mucha
anticipación, y cuando la gente empezaba a ver que era cierto, la primera
vez, la segunda y la tercera… Eso nos dio una posibilidad bastante buena de
desarrollarnos.
A partir de ahí empezamos a desarrollarnos industrialmente en España,
primero con participaciones en algunas fábricas y, después, comprando una
fábrica aquí. Para entonces, a mí ya no me gustaba el trabajo comercial. La pri-
mera industria que tuvimos, en 1984, fue Industriale Chimica, una pequeña
fábrica en Italia especializada en la investigación, desarrollo y fabricación de
HUGO SIGMAN | GRUPO CHEMO
BIOTECNOLOGÍA PARA UNA SOCIEDAD MÁS SANA
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