Los que dejan huella - 20 historias de éxito empresarial - page 64-65

64
65
La decisión de integrarse en National Express nació en buena medida porque
veíamos el esfuerzo creciente que suponía la financiación necesaria para seguir
ampliando la actividad. Cuando se empezó a hablar de privatizar el transporte
por ferrocarril en España, constituimos Alsa Rail. Para practicar y aprender,
con maquinaria alquilada, transportábamos materiales para la construcción
del AVE. La liberalización todavía no se ha producido, aunque parece que el
1 de julio de 2013 quieren que ya sea efectiva. Pero en aquel año, viendo las
cifras que era necesario financiar, observamos que la prudencia aconsejaba
a nuestra familia no seguir asumiendo grandes riesgos. Siempre doy gracias
a Dios porque National Express vino a resolver la escasez de financiación en
un momento de necesidad. La operación nos permitió tener una posición pri-
vilegiada en el primer operador británico de autobuses y trenes, gracias a un
pago en acciones, y generar liquidez para reducir los pasivos que teníamos en
aquel momento. Hoy estamos muy contentos con la decisión. La empresa va
bien, con sus altibajos, como todas, pero nos respetan y nos consideran. El
nombramiento de mi hijo Jorge como vicepresidente de National Express tie-
ne importancia y añade valor a ALSA. Con National aprendimos modelos de
gestión, especialmente en el ámbito comercial. Ellos adaptaron nuestra forma
de llevar el servicio, los controles de calidad, el trato al cliente…
La expansión internacional tiene otros hitos… y no se pueden desvincular del
acercamiento de los hijos de José Cosmen al negocio.
Cuando mi hijo José comenzó a trabajar en los garajes, algunas personas, en-
tre ellos socios de ALSA, no podían comprender que un hijo mío estuviera allí
metido. Pero formaba parte del estilo familiar: conocer a fondo el negocio en
todas las facetas.
Así, a medida que los estudios les dejaban, iban entrando en las distintas
actividades. José pasó una temporada en Ginebra y otra en Bruselas. En esa
época, la persona que dirigía nuestra empresa en China dice que se marcha:
¡qué problema! Ya era un contratiempo que se fuese un encargado en Coruña,
pero ¡imagínate en Hong Kong! Mi hijo Andrés, que no había terminado aún
la carrera de económicas, dijo: “Papá, me voy allá en verano”. Se fue para un
verano y ¡ya lleva en China 25 años!
Las operaciones de China no habían entrado en el acuerdo con National.
En ese momento yo empecé a retirarme porque en los años últimos mis hijos
mayores, José, Andrés, Jorge… ya conocían muy bien lo que eran las empre-
sas. Iban al Ministerio, asistían a reuniones, viajaban al exterior y, sobre todo,
sabían idiomas y yo no. La primera vez que fui a Pekín, Madrid-Fráncfort,
Fráncfort-Pekín, en el aeropuerto de Fráncfort buscaba en el cartel Pekín y
no aparecía: “¿A ver si me he confundido de terminal?” Saqué el billete, miré
el número del vuelo, y vi que ponía Beijing, y claro, no sabía yo que ese era el
nombre de Pekín...
Parecía claro que no podía pretender seguir en la empresa. Primero, por
limitación de preparación y de conocimientos; segundo, por los años que iba
teniendo, y tercero, porque mis hijos ya conocían la empresa y se iban distribu-
yendo el trabajo. La integración de Autobuses Fernández, de León, en ALSA la
llevó José. Fueron 3.250 millones de pesetas y un trabajo de seis meses.
A continuación me fui retirando poco a poco, diciéndolo pero sin hacer
tampoco ostentación de ello, convencido de que era lo mejor porque no estaba
en condiciones de seguir ese ritmo.
Ya estoy apartado totalmente. La gente no lo cree pero es así. Hasta el ex-
tremo de que hay reuniones ejecutivas mensuales en Madrid y ni mi mujer ni
yo asistimos. El protocolo familiar resguarda nuestro derecho a estar en esa
reunión, junto con nuestros ocho hijos, sin ningún poder especial y sin ningún
derecho de veto, pero apenas venimos a Madrid.
Ellos toman las decisiones gracias a que hemos tenido una transición orde-
nada, sin llamar la atención. Oscar Wilde decía que la experiencia era fruto de
los errores cometidos. Esa experiencia se traslada a los que vienen detrás, que
tienen más conocimientos –muchas veces teóricos– y una preparación profe-
sional mucho mejor que la mía, aunque les falte la experiencia. Claro que yo
meto la pata como todos, me confundo, me confundía antes y me confundiría
ahora, pero hay que buscar, como en todo en la vida, el equilibrio en la balanza.
Ahora, jubilado, no tengo ni un minuto libre. Cada vez tengo menos tiem-
po. Desde 1960 vengo anotando dónde estoy cada día. No es un diario con re-
flexiones ni comentarios que puedan ser más o menos filosóficos. Es mucho
más sencillo: “hoy dormí en tal hotel… fui al ministerio… comí con Jesús... volé
en el avión de las 9… bodas, comuniones…” Ahora, todo esto lo estoy pasando a
limpio. Hay años en los que dormí fuera de casa más noches que en casa. Eso sí,
tenía la promesa, y la cumplía, de que sábados y domingos los pasaría en casa.
Nosotros tenemos una norma que llamamos las cuatro haches (“HHHH”),
que son los valores sobre los que actuamos: Honradez, Humanidad, Humildad
JOSÉ COSMEN adelaida | ALSA
DE LA ARRIERÍA AL MUNDO
1...,44-45,46-47,48-49,50-51,52-53,54-55,56-57,58-59,60-61,62-63 66-67,68-69,70-71,72-73,74-75,76-77,78-79,80-81,82-83,84-85,...320
Powered by FlippingBook