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El gran valor del trabajo realizado hasta ahora es que ya tenemos la prue-
ba fehaciente de que en el mar puede haber medicinas. Hemos sido novatos
en ese aprendizaje pero ahora tenemos mucha más experiencia. Y contamos
con los ingresos por ventas de Yondelis. En 2012 hemos entrado en benefi-
cios después de mucho tiempo y la lógica me dice que lo mejor está por venir.
De hecho, ya sabemos que tenemos ahí un compuesto mucho mejor que el
Yondelis, el PM1183, y alguno más que viene detrás, el PM60184, que llevan
códigos numéricos porque todavía están en una fase temprana de pruebas.
Pero sabemos que estos dan mucha más actividad que el Yondelis en las mis-
mas etapas de pruebas. Por ejemplo, el nuevo, el PM1183, es activo en cáncer
de mama y en cáncer de pulmón, dos grandes indicaciones donde el Yondelis
no fue activo. Esta nueva molécula está siendo mucho más activa, mejor to-
lerada, tiene más ventana terapéutica y, por tanto, es mejor que Yondelis. De
aquí a diez años vamos a tener aprobadas más moléculas nuestras: si lo hi-
cimos con Yondelis cuando no teníamos esta experiencia, parece lógico que
seamos capaces de llevar a buen puerto estas nuevas moléculas más promete-
doras que Yondelis en esta fase de desarrollo.
Además, vamos a tener una red comercial en Europa que nos va a hacer
muy atractivos para los investigadores de otras moléculas antitumorales.
Parece lógico que seamos los distribuidores ideales de productos no masivos
que requieran una distribución muy cuidada.
La clave en este sector, como en muchos otros negocios, está en no tener
aversión al riesgo. En España, y en Europa en general, nos hemos quedado sin
genes aventureros: los que tenían menos aversión al riesgo, forzados por las
circunstancias, cruzaron el Atlántico y se fueron a Estados Unidos. Por eso en
Estados Unidos hay muchísima menos aversión al riesgo que en Europa. Lo
atribuyo a que allí tienen el gen emprendedor. En mi caso, mi padre fue un
gran emprendedor. Decidió fundar Pescanova, fundó Transfesa, fue el primero
que cultivó el kiwi en Europa… El profesor Menno van Duk, fundador de una
universidad en Holanda, me dijo: “Tu teoría de los genes es correcta; hemos
hecho un estudio en Australia para saber quiénes eran los empresarios más
emprendedores desde la Segunda Guerra Mundial. Resultado: en los años 50,
los alemanes, los hijos de alemanes que llegaron aquí para hacer labores de jar-
dinería, limpieza… pero dieron educación a sus hijos, que son los emprendedo-
res, los que no tuvieron aversión al riesgo de viajar. En los 60 fueron españoles,
portugueses y griegos; en los 70, pakistaníes e indios; ahora, frecuentemente
son de Camboya, Vietnam”. Los hijos de los emigrantes –que corren el riesgo
de cambiarse de país sin conocer el idioma, buscando un trabajo– son los que
mejor dan la talla como emprendedores, creando nuevas empresas, asumiendo
riesgos… Lo importante es asumir riesgos, a todos los niveles. Y ahí está la solu-
ción también al problema de los medicamentos, porque los reguladores tienen
que asumir el riesgo de equivocarse. Hay que tomar riesgos, tener visión.
José María Fernández Sousa-Faro | Zeltia
VIAJE A LAS PROFUNDIDADES DE LA SALUD
