Los que dejan huella - 20 historias de éxito empresarial - page 132-133

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El IESE lo hice a posteriori. Me encantó. Soy un gran enamorado de esta es-
cuela de negocios. Había estado a punto de dejar de estudiar cuando terminé
COU. Mi padre tenía negocio agropecuario, tierras y ganado vacuno… Había
trabajado toda mi vida en la granja y en las tierras, y cuando terminé el bachi-
llerato le dije a mi padre que no quería estudiar. Mi padre me dijo: “¿Por qué
no estudias para ingeniero técnico agrícola, perito agrícola?”. Me convenció y
estudié Ingeniería Técnica Agrícola. Me picó el gusanillo en la universidad y
me gustó, así que seguí estudiando hasta acabar Ingeniería Superior. Cuando
estaba terminando, un veterinario de Pamplona, amigo de mi padre, le pregun-
tó sobre mis estudios: “¿Y qué tal le va a este?”. “Bien, bien, ya le queda poco
para terminar”. Y le sugirió a mi padre: “¿Por qué no le envías al IESE?”. Yo no
sabía qué era, pero llamé a mi novia, que estudiaba Medicina en Pamplona, y le
pedí: “Por favor, entérate bien de lo que es el IESE y me informas”. El siguiente
fin de semana tenía en mis manos un catálogo que explicaba qué es el IESE:
me fijé en el edificio, con la fachada cubierta por una enredadera y me dije:
“¡Mira qué bonito esto…!”. Como me gustaban los negocios hice las pruebas
de admisión; me debieron de salir muy bien porque me llamaron. La verdad es
que terminé la carrera conmuy buenas notas, fui, me hicieron una entrevista, y
me admitieron. Puedo decir que entré en esta escuela de negocios sin ninguna
pretensión y sin saber siquiera lo que era. Mereció la pena: aprendí mucho y le
saqué mucho jugo, terminé muy bien.
Hice el trimestre de trabajo práctico en la General Motors en Zaragoza y
me propusieron quedarme con ellos. También llegaron varias ofertas para tra-
bajar en el sector bancario, en América, en Suiza, pero decidí quedarme aquí
a vivir y a trabajar, porque mi novia, hoy mi mujer, trabajaba aquí, en Navarra.
¡Con decir que Zaragoza me parecía lejos!
Yo quería estar ahí cerca de mi casa y en 1991 comencé mi carrera pro-
fesional en Marcilla, en una empresa de verduras congeladas. Siete años
después, en 1998, decidí montar una empresa de congelados por mi cuenta.
Era lógico: conocía el negocio y quería dedicarme a lo mismo. Cuando les
dije en Marcilla que me marchaba a montar esto, se reían de mí. Me decían:
El valor de la diferencia
La historia de Congelados
de Navarra es la de un joven
emprendedor navarro que, en
1998, a los 32 años, renunció a
la seguridad de un empleo fijo
para asumir el riesgo de crear
su propia empresa. Benito
Jiménez (Tudela, 1965), hijo
de agricultores, hizo la carrera
de ingeniero agrónomo y, al
terminar, cursó el máster
del IESE.
Benito Jiménez Cambra
Congelados de Navarra
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