Los que dejan huella - 20 historias de éxito empresarial - page 172-173

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que trabajan en áreas que les puedan interesar. Las empresas siguen estando
un poco de espaldas a la universidad; es una relación no suficientemente fo-
mentada y sobre la que se podría trabajar muchísimo.
Ana María Llopis, única mujer que preside una empresa del Ibex, está casada
con un catedrático de Física y tiene un hijo. En su carrera hay dos paradas car-
gadas de emociones: la lucha contra un cáncer casi terminal y los cuidados a su
padre, enfermo de Alzheimer. Dibuja, escribe novelas y cuentos…
Adoro el arte, voy a todas las exposiciones que puedo, dibujo muchísimo y úl-
timamente he pasado a dibujar en el iPad. También escribo y tengo un blog
de cuentos, impresiones, crónicas de viaje. Mi marido, Félix, mi hijo Jaime
y yo, tenemos mucho en común: disfrutamos con el arte, la lectura, el paseo,
nuestra casa de Asturias, viajar juntos una vez al año… Es que tengo un mari-
do que siempre ha conciliado conmigo y un hijo que siempre me ha apoyado.
Claro, que en algo habrá influido el ejemplo de su padre... Ambos hemos con-
ciliado en nuestra familia, porque nos hemos turnado. Recuerdo que, cuando
me había surgido la oportunidad de Playtex, IBM me ofreció un puesto en el
departamento de marketing. Yo prefería Playtex por el tema de las mujeres. Al
llegar a casa, le conté a mi marido la nueva oferta y planteé mis dudas: “Con
un hijo de un año, ¿cómo me voy a ir?”, le dije. Mi marido me respondió: “Si
no vas a ese entrenamiento de tres meses en Texas para vender ropa íntima
porque crees que yo no me puedo ocupar de nuestro hijo y ser buen padre, me
desilusionarías”. Era yo misma la que me ponía límites. Y me fui. Él se ocupó
de Jaime, de sus biberones, de sus pañales… Más adelante, cuando él ganó el
premio de investigación Von Humboldt, y tenía que viajar cada tres meses al
Max Planck Institute de Stuttgart, era yo la que me ocupaba del niño. Siempre
nos hemos manejado y complementado las dos carreras.
Cuando priman la transparencia, la colaboración, el entendimiento, la
valoración transcendente del capital humano, todos estamos en condiciones
de ser más felices. Marie Curie, primera mujer que tuvo dos premios Nobel,
decía: “No hay nada que merezca la pena temer, lo único que hay que hacer
es comprender”.
EL PODER DE LA CURIOSIDAD
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