Los que dejan huella - 20 historias de éxito empresarial - page 192-193

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Las canteras de mi padre eran malísimas… Al principio, yo me dediqué princi-
palmente a explorar la sierra cercana; de ahí saqué la primera enseñanza de este
negocio: antes de empezar a comercializar la piedra hay que conocer la sierra.
Conocí las canteras, los filones… En mi afán por sacar adelante las canteras
de mi padre tuve la primera quiebra en 1973. Lo pasé muy mal, pero fui ani-
mándome poco a poco y en 1977, siempre con la confianza de mis proveedores,
conseguí comprar un par de canteras que, aparentemente, en aquel momento
no eran muy buenas pero yo tenía la esperanza de que iban a valer mucho en
el futuro, porque me las daba de conocer muy bien el terreno. Una de las can-
teras se llamaba Perro Muerto. Comencé a excavar y cuando llegué al mármol,
resultó que no valía tanto. Fue mi segunda ruina.
Francisco Martínez Consetino siguió confiando en su instinto y no perdió nunca
la esperanza de encontrar entre aquellas canteras de la sierra el oro blanco que
con tanto ahínco buscaba.
No eran tiempos fáciles y yo tenía veintitantos años. Seguí adelante porque
había que seguir. En un primer momento se dijo que mis canteras no tenían
valor, pero resultó que no era del todo cierto. Al final, valían más de lo que se
pensaba; solo me había equivocado en unos metros y eran lo que yo estaba
buscando…
Al comenzar la década de los 80, Mármoles Cosentino, S.A. amplía su actividad
comercial. Para entonces, los tres hermanos Martínez Cosentino –Francisco,
Eduardo y José– ya percibían la necesidad de ampliar sus actividades y no
dejarlas reducidas a la extracción y comercialización del mármol de Macael.
Resultado: una estrategia de diversificación y expansión hacia nuevos mármoles
y hacia nuevos mercados.
En 1982 montamos una pequeña fábrica de mármol y, además, me hice pre-
sidente. En la época de las ruinas también me hice concejal y Macael cambió
Un maestro en la Nba
Francisco Martínez Cosentino
(Macael, Almería, 1951) dejó a
los 18 años la escuela unitaria
de El Clot (Barcelona), donde
tenía bajo su magisterio a
54 alumnos, para hacerse
cargo en 1972 del modesto
negocio de mármoles de su
padre en Macael, su pueblo
natal. Confiesa que se arruinó
en tres ocasiones antes de
conocer el éxito empresarial
estable y sostenido. Hoy,
Grupo Cosentino ha llevado
su marca Silestone a todos los
países del mundo y es un líder
mundial en innovación, diseño
y fabricación de superficies
decorativas para el mundo de
la arquitectura y el diseño.
Cuando volvió a Macael en
compañía de su hermano, su
padre les dijo: “Ahí teneis el
negocio”, una empresa
pequeña –la número 81 en
la comarca, según la cuota
global de beneficios de
entonces– con dos canteras
de arena y 17 trabajadores.
Francisco Martínez Cosentino
Grupo Cosentino
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