26
José Antolín. Grupo Antolín
EL AUTOMÓVIL GLOBAL “MADE IN ANTOLÍN”
Es un ejercicio de ingeniería avanzada conjunto, con mucho protagonismo por
nuestra parte y que se ha traducido en que las personas que trabajan en áreas de
I+D+i en el Grupo han aumentado en un 40% en los últimos cuatro años.
Aunque las tecnologías que nosotros aplicamos al automóvil se podrían
extrapolar a otros sectores, aeronáutico por ejemplo, no hemos querido di-
versificarnos. Es cierto que hemos hecho algunas tímidas incursiones en
otros sectores, pero han sido poca cosa. Una diversificación de ese tipo no
es fácil. Son sectores donde ya hay grandes monstruos implantados y es muy
complicado meter la nariz. Innovamos mucho en materiales y seguro que hay
ciertos materiales que en algún momento podrían adaptarse a otros sectores.
Nos planteamos el tema de otra manera: nuestro objetivo es estar lo más
diversificados posible en clientes y en territorios. En cambio, en productos,
queremos estar focalizados. Este modelo de diversificación por clientes y te-
rritorios nos permitió capear mejor la crisis iniciada en 2008. No olvidemos
que ya antes de la crisis nuestro mejor cliente era el Grupo Volkswagen, que
absorbía entre el 24 y el 25% de nuestras ventas. Estar junto a estos clientes
nos ayudó mucho.
Entre 1999 y 2005 el Grupo acelera la implantación de nuevos
productos y técnicas de fabricación, fruto de su espíritu innovador:
se pasa del producto simple al producto modular y, por ejemplo,
el panel de puerta se convierte en elemento portante de todos los
componentes –asideros, elevalunas, altavoces, cerraduras, cableados,
etc.– para hacerlo más fácil de montar y ahorrar costes. El Grupo
ha pasado a ser el tercer fabricante mundial de revestimientos de
interiores –era el quinto– después de la adquisición de la división
de interiores de la multinacional canadiense Magna y ha elevado su
facturación desde 2.800 millones hasta 4.000 millones de euros.
El Grupo invierte en torno al 6% de su facturación anual en activos ma-
teriales e inmateriales, unos 240 millones de euros en 2015. La mitad de esa
inversión se canaliza hacia activos inmateriales, es decir, hacia desarrollo. Hay
años que hemos invertido un porcentaje mucho más alto, coincidiendo con
etapas de fuerte crecimiento.