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estudiado secretariado. Así empecé a vender en España aluminio fabricado en
Austria, Alemania e Italia, de tres multinacionales diferentes. Trabajaba dura-
mente, pero también vendía mucho y cobraba unas importantes comisiones,
el 3% sobre la cifra de ventas. Tenía pocos gastos, así que empecé a invertir y
a comprar pequeños paquetes del 5% en el capital de empresas relacionadas
con el sector que no iban bien.
En 1990 la actividad había crecido y, por casualidad, las tres empresas, más
o menos en la misma época, me propusieron comprar mi negocio de represen-
tación y mi cartera de participaciones. Se habían dado cuenta del tamaño que
había adquirido el negocio y de que en España tenían un buen nivel de ventas.
Reuní a los 10 empleados y votamos: ganó ALCAN por mayoría. Entonces puse
dos condiciones para vender: tener una participación en la compañía y mante-
nerme como propietario de las pequeñas empresas que había comprado y que
no eran competencia de ALCAN. En aquella época, ni empleados ni directivos
eran socios de ALCAN, de manera que no entendían que yo quisiera participar,
formar parte de la empresa. Mi constancia tuvo éxito: el presidente de la compa-
ñía, Reinhold Wagner, confió en mí y aceptó la propuesta. Me dieron el 20% del
capital. Reinhold fue mi jefe y hoy es mi mejor amigo del sector. En ese momen-
to era presidente de ALCAN Europa y vicepresidente mundial, una autoridad,
un ingeniero del cual aprendí mucho. Hoy es consultor y consejero de muchas
compañías, incluida la mía. Fue el hombre que los sindicatos y el gobierno ale-
mán eligieron por unanimidad para ser el asesor de la Treuhandanstalt en la
privatización de las empresas metalúrgicas de la Alemania del Este.
En la vida es muy importante ser honrado, ser serio y tener palabra. La pala-
bra es muy importante. Mi padre, que estudió judicatura y trabajó como aboga-
do para ejercer después de juez, no me dejó dinero, pero sí muchos valores. Uno
de ellos, el valor de la palabra y la fuerza de la verdad. Hay que decir siempre la
verdad y tu palabra es un contrato. Cuando le dije que iba a ser empresario me
hizo jurar que “nunca avalaría”.
Entre 1990 y 1996 Clemente González fue presidente y consejero
delegado de ALCAN en España. Adquirieron una fábrica de
envases a INESPAL y la empresa crecía. Llegó a tener una cuota
de casi el 40 % del mercado español en productos laminados de