Los que dejan huella - 20 historias de éxito empresarial - page 104-105

104
105
vinos, además de los estudios, me viene de ella. Entonces el vino se guardaba
en barricas de 220 ó 250 litros, y antes de hacer el
coupage,
la mezcla para el
embotellado, ella iba barrica por barrica y lo probaba. Me llevaba a mí de la
mano con diez años, íbamos con un hombre delante con una escalera para las
barricas de arriba y un tubo de cristal, dos vasitos y mi madre me preguntaba:
“¿Qué le encuentras a este vino?”. “Este vino… yo qué sé… parece que tiene una
acidez… No me gusta…”. Y decía: “Márcalo”. Y yo lo marcaba.
La guerra civil española destrozó a la familia Ferrer y truncó sus expectativas
empresariales. Las tres hermanas de Josep Ferrer Sala, Pilar, Carmen y Dolores
estudiaban en un colegio en Perpiñán, cerca de la frontera francesa.
Tengo tres hermanas que viven todavía. Tienenmás de 90 años. La mayor, Pilar,
es lamadre de los Bonet Ferrer. La otra, Carmen, es lamadre de losHevia Ferrer.
Y la tercera, Dolores, no se casó y no tiene descendencia.
En julio de 1936 mis padres fueron a buscar a Francia a mis hermanas, que
estudiaban en un colegio cerca de la frontera, en Perpiñán. Se enteraron por
la radio del asesinato de Calvo Sotelo. En contra del criterio de mi madre, mi
padre decide regresar a Barcelona para hacerse cargo de sus padres, de mi her-
mano Joan y de mí. “Tenemos que volver; nuestra obligación es estar con ellos”.
El padre de Josep Ferrer volvió a Barcelona a buscar la muerte con 44 años. Lo
asesinaron los milicianos. A su hermano mayor, Joan Ferrer Sala, lo hicieron des-
aparecer. Su cuerpo nunca se pudo encontrar.
Mi madre ymi hermanamayor recorrieron toda Cataluña buscando el cadáver.
Una investigación sobre memorias escritas por milicianos nos llevó a concluir
que a mi padre lo cogieron con mi tío Botía en un piso detrás del palacio de jus-
ticia, delatados por un policía de la Generalitat que era vendedor de Freixenet.
Mi hermano Juan fue detenido cuando buscaba un coche para pasar la fronte-
ra. Por las memorias de los que fueron jefes de los grupos milicianos, sabemos
que la Generalitat les dejó hacer… Nosotros éramos parientes del presidente
del Parlament, Joan Casanovas, y mi hermana y una prima, hija de otro her-
mano, fueron al Parlament para hablar con Casanovas. No les dejaron entrar y
tuvieron que decir en la puerta: “Dile al señor Casanovas que salga un momen-
to, es un tema de vida o muerte”. Finalmente, salió Casanovas, le explicaron el
problema y él dijo: “No os preocupéis, yo les mando guardias”. Enviaron una
furgoneta de guardias pero no sirvió para nada. Sirvió para que mi padre y mi
tío Juan salieran de su refugio en el coche de los guardias. Aparecieron muer-
tos al día siguiente en la Diagonal esquina con Pedralbes.
A mi hermano Juan Ferrer Sala no lo hemos encontrado nunca. Su última
pista se pierde en una casa de la Avenida del Tibidabo, donde su captores les
pedían dinero y joyas para, supuestamente, trasladarlos a Francia al anoche-
cer. No pasaron de Montcada. Los asesinaron y los tiraron a los hornos de ce-
mento. Sin dejar rastro.
Durante la guerra civil, Freixenet fue una de las muchas empresas que se
colectivizaron. La gestión estaba en manos de un comité. Se portaron bastante
bien. Mi madre conocía a algunos de ellos y les pedía que no vendieran botellas
porque, cuando finalizase la guerra, las íbamos a necesitar. Al terminar la guerra
tuvimos que empezar de nuevo. Mi madre, con el apoyo sobre todo de mi her-
mana mayor, la madre de Josep Lluís Bonet, recompuso la situación. También
fueron años duros porque las represalias por supuestos actos durante la guerra
eran algunas veces indiscriminadas y mi madre no podía permitir que fusilaran
o condenaran a muerte apoyándose en falsas acusaciones…
Mi padre, antes de que fuera asesinado, se percató de que el mercado es-
pañol no era suficiente. No pudo llevar a la práctica algunas de sus ideas pero
era un visionario. En 1935, después de la ley seca, viajó a Estados Unidos y se
estableció en Nueva Jersey. Como no tenían vinos ni viñas, los vinos se man-
daban desde aquí. Siempre defendió que para ir bien en el negocio necesi-
tábamos una casa en Francia, porque esto daría prestigio al cava: “Podemos
situar al cava en un nivel un poco más alto…”, decía. Después de la Segunda
Guerra Mundial yo pongo en práctica estas ideas y Freixenet compra la casa
Champagne Henri Abelé, en Reims.
Después de la guerra civil, el mercado interior era muy débil. El desarrollo de
la empresa se frenó. La economía española atravesaba momentos muy difíciles
pero en 1941 el grupo lanzó el cava Carta Nevada, con el tiempo una de sus mar-
cas estrella. Josep Ferrer Sala maduró la idea de su padre: “Para crecer, había
que salir de España”. A principios de los 70, con la marca Freixenet ya consoli-
dada en el mercado interior, se inicia el asalto a los mercados internacionales.
En 1974 se lanza la marca Cordón Negro, actual líder en exportación con presen-
cia en 140 países y con tres millones de botellas vendidas.
Josep Ferrer sala | Freixenet
Cómo fraguar la excelencia de una marca
1...,84-85,86-87,88-89,90-91,92-93,94-95,96-97,98-99,100-101,102-103 106-107,108-109,110-111,112-113,114-115,116-117,118-119,120-121,122-123,124-125,...320
Powered by FlippingBook