Los que dejan huella - 20 historias de éxito empresarial - page 212-213

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sino estadísticas. Lo más importante de Santa & Cole es un comité editorial
de composición variable: en el momento cero, éramos siete personas; luego,
hemos llegado a ser 15 y, ahora, somos diez.
El comité editorial tiene una independencia total. Su trabajo y sus decisio-
nes están guiadas por la regla de la unanimidad. Cualquiera de los miembros
puede decir que no, y si se le cruza un cable a alguien y no quiere hacer algo,
no se hace… Pese a todo, creo que todavía no hemos rechazado ninguna novela
como
Cien años de soledad.
Santa & Cole tiene unos 20 accionistas. La mayoría trabaja internamente;
otra mitad, o poco menos de la mitad, no. Yo tengo mayoría absoluta en ese
accionariado y, por lo tanto, el porcentaje de capital que trabajan en el interior
de la empresa supera ampliamente el 80%.
Santa & Cole edita con su marca productos de iluminación y mobiliario interior,
elementos urbanos, libros y elementos vegetales para reforestaciones urbanas.
También defiende en España los intereses de importantes fabricantes europeos.
Productos muy distintos que comparten red de ventas con un prescriptor común:
los profesionales del proyecto, es decir, arquitectos, interioristas, diseñadores,
urbanistas, paisajistas. La empresa subcontrata toda su producción a un amplio
abanico de proveedores de toda España.
Nosotros podemos también editar productos de otros. No es una situación ex-
traña. Puede venir un autor y decirnos: “Mira lo que he escrito…”; o un diseña-
dor que nos muestra lo que ha diseñado… Aquí estudiamos todo lo que nos pro-
ponen, aunque luego decimos que no, tranquilamente, nueve o nueve y media
de cada diez veces. Todo texto que entra se lee, y se respeta, y se aconseja y se
explica el por qué sí y por qué no. Siempre damos una razón de por qué no nos
interesa, damos nuestra razón.
Otra forma de editar es que tú encargas el producto por el motivo que sea,
porque crees que es una tipología de producto que falta en el mercado, o por-
que consideras que alguien lo podría diseñar especialmente bien. Y la tercera
vía es que el mercado te pida un determinado proyecto. Por ejemplo, acabamos
de hacer la iluminación del centro histórico de la ciudad de Le Havre, el puerto
atlántico de París, bombardeada en la Segunda Guerra Mundial…
Pensando sobre las ciudades, hace cinco años constituimos una nueva socie-
dad y abordamos el concepto de Urbiotica, cuando prácticamente nadie hablaba
de estos temas. Respecto a cuando entras el primero en un área, hay una anéc-
dota de Barral muy buena: el año en que le dan el Nobel a Günter Grass, él se
descubre a sí mismo corriendo por los pasillos de la Feria de Fráncfort hacia la
editorial alemana para conseguir los derechos en castellano y, en un momento
determinado, se dice: “Pero por qué corro tanto si sé que nadie va a pedir los de-
rechos al castellano…”. Porque en ese momento no había otros editores españo-
les en Fráncfort. Esto es, que si tu visión te permite anticiparte entonces puedes
disponer de más tiempo para hacer las cosas mejor.
¿Qué quiere decir esto? Que es esencial trabajar con información, que si
tienes la sospecha de que hay un autor polaco nuevo que va a significar algo el
día de mañana en las letras polacas o europeas, pues claro que lo podrás ob-
tener muy barato, pero si lo compras cuando ya es premio Nobel, pagarás el
precio de tu falta de información.
Nosotros entramos en el tema de las ciudades inteligentes inventándonos
la Urbiotica, registrando internacionalmente el concepto y el sitio en Internet,
demarcando el territorio, tranquilamente. En nuestra actividad y en otras mu-
chas, tienes que ser cada vez más un buen generalista no especializado. No me
interesa apenas la gente que dice de sí misma: “Sé mucho de marketing pero no
sé de finanzas y no tengo ni idea de arte”. Entonces, ¿qué sabe? Tampoco me
atrae el especialista en lo que sea, pero que luego es una pobre persona, pobre
de espíritu. La pobreza de espíritu está haciendo mucho daño a este país.
Para encontrar las razones de la pobreza de espíritu, podríamos hablar lar-
go y tendido del sistema educativo y del sistema de valores. No se estimula la
riqueza de espíritu, que es esencial para poder crear riqueza material, creo yo.
Otro de los conceptos que hemos acuñado y registrado, porque registrar es casi
gratis, es el de cultura material, un concepto importantísimo y hacia el que va-
mos de forma absoluta: no tengas diez sillas en tu casa si necesitas cuatro, pero
las que tengas que sean buenas y, si no te las puedes comprar, pones unas cajas
de fruta, da igual, pero cuando te compres cuatro sillas, cómprate cuatro sillas
que sean decentes, que te den placer, que te definan.
El diseño es el lujo de la industria. Cuando no había industria, llamabas a
un pintor y te hacía una bóveda. Ahora, gracias a Dios, puedes llamar a alguien y
hacerte una silla que sea mejor que la de al lado. Y la forma de calificación social
ya no viene marcada por la cantidad de bóvedas que tienes, o de cuadros o de
pinturas… sino por el entorno material en el que vives. Las personas nos expre-
samos muchísimo por nuestro entorno material. Barral decía, y yo lo vi, que en
Javier nieto santa | santa & cole
la realidad editada
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