Los que dejan huella - 20 historias de éxito empresarial - page 224-225

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El empresario tiene que ser un ejemplo permanente, diario, en una empre-
sa. El empresario no puede ser un frívolo, ¡jamás! No puede tener la empresa
como si fuera un huerto para plantar y vivir tranquilamente al sol de la em-
presa, e irse a jugar al golf a las 12 de la mañana. ¡No! El empresario tiene que
dedicar su vida a su proyecto, y eso es lo que esperan de él las instituciones,
la sociedad y especialmente los trabajadores y directivos, que siempre están
esperando que el empresario dé un buen ejemplo con su trabajo. Hay que ser
el primero en llegar y el último en irse.
Quien así describe los compromisos de la vocación empresarial esManuel Peláez
Castillo, fundador y presidente de ECISA, Corporación Empresarial, una cons-
tructora con unos ingresos de más de 100 millones de euros, de los que más del
50% procede de su actividad internacional.
Manuel Peláez nació en plena guerra civil (septiembre de 1937), en el seno
de una familia muy modesta, en un cortijo próximo a Benalúa de las Villas
(Granada). En 1949 su padre decidió trasladarse a Málaga para abrir un bar
donde servía comidas. “Aquel fue mi primer contacto con los clientes, mientras
servía café y comidas”. Su padre amplió sus actividades y Manuel Peláez, con 18
años, tuvo su primer contacto con el mundo de la construcción.
Vendía yeso, cemento y ladrillos en Málaga. Subía en camiones que mi padre
contrataba y compraba material para satisfacer la demanda incesante de aque-
lla España de los 60 que vivía el primer gran desarrollo de la Costa del Sol.
La muerte de su padre obligó a Manuel y a sus dos hermanos a trabajar por
cuenta ajena para paliar las dificultades económicas de la familia.
Mi primer empleo fue con Tomás Lorín Cortés, que tenía una empresa de dis-
tribución de materiales de construcción. En esa actividad, ya era director co-
mercial en Sevilla cuando conocí al empresario alicantino Felipe Fuster, quien
me propuso trasladarme a Alicante para ser director gerente de la primera
empresa de estructuras de hormigón que se creó en la provincia. Fuster era un
empresario brillantísimo, y su empresa una de las más solventes de la época.
Recuerdo que tenía avión propio y había instalado en su coche una emisora de
radio para poder hablar con las 30 delegaciones que tenía en España. Llegó a
ser el primer importador de cemento de España. Compraba barcos enteros y
los descargaba en los puertos del litoral español. Yo supervisaba los barcos que
llegaban a Palma y a Tarragona: ahí aprendí la importancia de descargar rápi-
do y vender el cemento directamente en el puerto a las constructoras.
Fuster puso en las manos de Manuel Peláez una empresa nueva, Estructuras
Alicante, creada para fabricar estructuras de hormigón armado, toda una nove-
dad en un sector que por entonces solo construía con estructuras metálicas. En
1968, Peláez, sus hermanos y el ingeniero Enrique Puig fundan Estructuras y
Cimientos Insulares (ECISA). ECISA implantó las estructuras de hormigón ar-
mado mediante un sistema plano reticular.
Era un paso más. Con Fuster fabricábamos vigas descolgadas. Con ECISA, en
1968, incorporamos el sistema Reticulex de forjado plano, un avance especta-
cular para facilitar el trabajo de arquitectos y diseñadores. Distribuimos en ex-
clusiva el Reticulex y vencimos las reticencias demuchos arquitectos; al final el
nuevo sistema acabó imponiéndose. Lo mismo sucedió en 1972 cuando dimos
el paso de los encofrados de madera a los enconfrados metálicos. Estos dos
casos ilustran bien nuestra filosofía de que ECISA fuese un foco incesante de
aportación de nuevas ideas, de innovación tecnológica y de cambio continuo.
El detonante de la vocación empresarial de Manuel Peláez fue la ausencia de
compromiso social con los trabajadores que contempló en una de las empresas en
las que trabajó. Se dijo: “Si alguna vez soy empresario, lucharé para que los tra-
bajadores se sientan en la empresa como en su propia casa. El empresario tiene
que ser extraordinariamente riguroso para cumplir sus obligaciones sociales”.
ECISA nació en 1968 con cuatro socios y cuatro trabajadores –entre ellos
la mujer de Manuel Peláez, Carmen Robles– guiados por cinco reglas de oro: en
primer lugar, la seriedad como norma que se vive de manera habitual y natural;
en segundo lugar, la profesionalización como un objetivo permanente de mejora;
tercera, la innovación para mejorar sin descanso; cuarta, trabajar siempre den-
tro de la legalidad; y quinta, el compromiso social.
Ahora no está de moda trabajar toda la vida en una empresa. En contra de lo
que ocurría hace años, hoy se valora más en el currículum el haber pasado por
cinco empresas diferentes, supongo que creciendo siempre, aunque yo sigo fiel
a mi idea. En España, con un tejido empresarial enorme, más del 95% de las
Manuel Peláez castillo | ECISA Corporación Empresarial
Un sueño cumplido
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