Los que dejan huella - 20 historias de éxito empresarial - page 262-263

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Inicialmente, la leche en polvo venía de Holanda, de Bélgica y de Irlanda.
La de Irlanda tenía grasa vegetal, que fue muy importante para nosotros. La
belga se la comprábamos a un fabricante que se llamaba Comelco y de ahí vino
la marca Comila. Sanidad aprobó una ley para que se envasaran los produc-
tos alimentarios y decidimos montar la primera envasadora, en sociedad con
nuestros clientes y amigos, la compañía Molina, que tenía la representación
de Spar y disponían de una maquinita alemana, muy simple, cuya marca era
Plasic Bli. Envasábamos cada kilo de leche en polvo, primero en bolsas de plás-
tico y más tarde en bolsas de aluminio que luego se repartían en carros tirados
por burros. Recuerdo que en 1965 y 1966 recorrí media Europa para conocer
bien los productos que traíamos a Canarias. En un viaje a Barcelona, entré en
relación con la empresa Roure a la que compramos máquinas de envasado de
todo tipo: de leche en polvo, sobrecitos para descafeinado, etc. La empresa to-
davía vive, con el hijo del señor Roure al frente. A los señores Riera Marsa,
don Javier, padre e hijo, les comprábamos las máquinas de café. Fue allí donde
compramos la primera máquina de café semiautomática.
Creamos en 1963 una empresa importante de envasado de leche en polvo
que llegó a envasar por aquel entonces un millón de kilos al mes: un millón
de kilos son diez millones de litros. Al final, terminamos envasando en papel
aluminio mientras las representaciones nacionales y extranjeras seguían ven-
diéndose. Importamos un salchichón francés, de la campiña de Burdeos, que
se vendió mucho. Nos lanzamos a vender conservas cárnicas de Dinamarca,
queso holandés...
En 1965, JSP abrió su primera sucursal en Tenerife para luego, poco a poco,
extenderse al resto de las Islas Canarias y a la Península. Barcelona, Sevilla y
Madrid serán sus primeras delegaciones.
Al envasado de leche en polvo siguió la instalación de un tostadero de café en
Tenerife a finales de los 70, porque en Las Palmas estaba la envasadora princi-
pal y también teníamos interés en meternos en el café. Más tarde, empezó el
consumo de leche líquida en botella y llegó al mercado el Tetra Pak, el envase
de cartón. Nos debatimos entre dos posibilidades: traer la leche envasada de
Irlanda, esa leche con grasa vegetal marca Millac, muy famosa allí, o bien licuar
la leche en polvo. Nos inclinamos por la segunda porque era más competitiva y
a mediados de los 80 montamos una fábrica de licuación de leche en polvo. El
problema fue el agua. La queríamos montar en Gran Canaria pero el agua de la
isla en esos años daba muchos problemas. Fui a Tenerife para estudiar cómo
almacenaban y utilizaban el agua las empresas cerveceras. Habían tenido que
hacer una presa para conservar el agua cuando llovía y vi que era más caro tener
la presa que construir la fábrica. Benicio Alonso, un técnico que trabajaba con
nosotros en temas industriales, nos propuso ir a Tenerife porque acababan de
abrir en Güimar un polígono industrial con agua de las montañas del Teide. Los
técnicos irlandeses estudiaron qué tipo de agua de las disponibles en los alrede-
dores del Teide era la más adecuada: no podíamos arriesgarnos a que se cortase
la leche con algunos minerales que puede tener el agua. Se estudiaron cinco
galerías y se eligió una, que es la que tenemos hoy, con tuberías directas a la
fábrica para traer el agua, porque la industria de licuación tiene tres productos:
el agua, la leche en polvo y las grasas líquidas, ya sean vegetales o buteroles de la
leche. Así se abrió, en 1983, nuestra planta industrial más importante.
Hubo un acuerdo con Tetra Pak y APV: Tetra Pak en envasado y APV en
tecnología de la esterilización y uperización, técnica que también implanta-
ron Pascual, Central Lechera Asturiana, Clesa, etc. La tecnología ha avanzado
mucho y ahora se hace licuación de leche con grasas vegetales nobles como, por
ejemplo, la grasa de cacahuete, la de cambra-canola, grasa de oliva, todas grasas
monoinsaturables. En estos procesos, tuvimos como asesor al profesor Grande
Cobián mientras vivió. Era un maestro de la alimentación, y junto con el profe-
sor Varela, llevaba el asesoramiento de la industria alimentaria. Grande Cobián
nos dijo un día: “Hay que quitar la grasa saturada, hay que poner a la leche des-
natada grasa monosaturada porque las polisaturadas tienen sus dificultades”. Y
así se hizo. Esa tecnología la dominamos perfectamente y la tenemos patentada.
En la península, Unilever tiene esa tecnología en su marca Flora. Y en otro tipo
de productos, la usan Puleva, Central Lechera Asturiana y Danone.
Compramos una fábrica de yogures antigua. Nos costó mucho trabajo
en los inicios sacarla adelante. Lo conseguimos gracias al doctor Javier del
Barro y a Rafael Plañiol, un director ejecutivo de Asesores Bursátiles al que
Santiago Eguidazu autorizó para que se responsabilizase de este proyecto
de JSP y su reorganización. Su trabajo fue decisivo para que Celgán sea hoy
una empresa líder y con su ayuda nos hemos convertido en el principal gru-
po agroindustrial de Canarias, junto con el de la familia Suárez y su marca
Kalise, muy importante también. Además de Celgán, en el sector del yogur
y los postres, y del negocio de licuación de la leche, ahora licuamos batidos,
JOSÉ SÁNCHEZ rodríguez | GRUPO JSP
Las utopías no existen
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