Los que dejan huella - 20 historias de éxito empresarial - page 42-43

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director financiero. Fue una historia realmente difícil, complicada, aunque
con el paso de los años ha sido muy enriquecedora. Yo ayudaba muy poco a
mi padre porque trabajaba mucho. Pero mi padre estaba a pie de obra desde la
mañana hasta la noche. Trabajaba como médico, pero a pie de obra. La clínica
Bellevue se inauguró el 19 de enero de 1969, lo que hoy es Hospiten Bellevue.
Tuvimos unos años duros pero a finales de los 70 ya habíamos salido del tú-
nel. Aprendimos de todo: a cobrar, a demorar los pagos… Los primeros años
estábamos acuciados por gran cantidad de deudas terribles, todo el mundo ve-
nía a cobrar, tuvimos problemas económicos, tuvimos que aportar garantías
personales… Esas cosas ocurren, pero en aquella época el país estaba en pleno
crecimiento y los bancos eran más favorables a dar el crédito a las personas
de las que realmente se podían fiar; no por patrimonio sino porque se fiaban.
Al consejo de administración de la sociedad se incorporó más tarde mi her-
mano Carlos, economista y, en pocos años, Bellevue firmó un concierto con
la Seguridad Social para atender también a pacientes derivados de la sanidad
pública. Aquella apuesta mixta por la sanidad pública y privada dio pie a que,
años después, se fundara un segundo centro.
Amediados de los 70 se me presentó una ocasión: a una señora muy conoci-
da, con todas las propiedades a su nombre, le había ido muy mal una residencia
y, claro, si la perdía, iba a perder también su casa y su finca de plátanos por las
deudas que tenía… Su abogado se nos acercó y nos dijo: “Por favor, ¡cómprenos
esto!”. Decidimos explotarlo un par de años como hotel hasta que, después, de-
cidimos montar nuestro segundo hospital. Se inauguró el 20 de enero de 1980
con el nombre de Clínica Tamaragua (hoy Hospiten Tamaragua). El nuevo hos-
pital estaba dedicado a mi especialidad, a ginecología y partos, y montamos un
club de diálisis muy importante porque en aquella época ya empezaba a hacerse
diálisis. Además de tener cuota de mercado en la propia isla, recibíamos mu-
chos pacientes extranjeros que habían elegido Tenerife porque podían hacerse
la diálisis estando de vacaciones.
¿Por qué salió Hospiten? Yo he sido un hombre muy soñador. Heredé de mi
padre algunos defectos y algunas virtudes, pero ese deseo tan extraordinario
que tenía mi padre por el hospital se me trasladó a mí, a la compañía, y un día,
esas noches que tienes un par de partos y tienes tiempo de pensar, llegué por la
oficina de nuestro gerente y le dije: “Escribe aMadrid para ver si están registra-
dos Hospican y Hospiten”. Y al mes me dijo: “Hospican sí está registrado pero
Hospiten no”. “Entonces, regístralo”. Y cuando pensamos posteriormente en
la unificación de todos los centros ya se empezó a utilizar el nombre y la marca
de Hospiten, que es la que hemos comercializado y en la que creemos.
Siempre estábamos a la expectativa de nuevas oportunidades y, a los po-
cos meses, el alcalde de Arona, una población del sur de Tenerife, el goberna-
dor civil y la máxima autoridad sanitaria me convocaron a una reunión en el
gobierno civil para ofrecerme un solar en el que hacer otra clínica, ya que el
Estado no tenía fondos para construirla. Cuando vimos el solar, dijimos ro-
tundamente que no. El gobernador civil se enfadó muchísimo conmigo y yo le
dije: “Mire, yo quiero hacer el hospital pero no quiero hacerlo en este sitio”.
Fue entonces cuando surgió la figura del hombre que realmente ha hecho el
sur de Tenerife, don Santiago Puig. Me dijo sencillamente: “Si usted hace el
hospital, yo no le cobro el solar, y pague solo los gastos de urbanización”. Puig,
un hombre muy listo, decía que para que haya un destino turístico hacen falta
tres seguridades: la ciudadana, la jurídica y la sanitaria. En agosto de 1984 se
inauguró en Playa de Las Américas este nuevo hospital, Hospiten Sur, el ma-
yor de los que tiene el grupo en la actualidad.
Fueron tiempos muy difíciles y complejos. Los créditos estaban al 21-22%
y muchas veces llegamos a pensar que nos iban a ejecutar. Poco a poco supera-
mos la situación, dedicamos muchos años a cubrir deudas y a organizar mejor
nuestros hospitales, y, cómo no, a aprender gestión hospitalaria. A partir de
esos años, el grupo creció de forma más dinámica. Mi hermano Rafael, pe-
diatra, se incorpora como director médico de uno de nuestros centros y tam-
bién se integra mi otro hermano, Francisco, ingeniero de profesión. Con él, se
acabaron las popularmente conocidas como “cuentas de la vieja” y se profe-
sionaliza la gestión. Al frente del nuevo hospital (Hospiten Sur) se quedó mi
hermano Francisco, que trabajaba en Huarte, en Gran Canaria. Él sabía algo
del sector inmobiliario y algo de empresa. Yo solo había sido director de la
Maternidad del Puerto de la Cruz, que tenía siete camas y requería una ad-
ministración muy sencillita. Nuestro objetivo era desembarcar en la capital
porque ya empezaban las nuevas tecnologías y para nosotros era fundamental
tener la tecnología que nos permitiese atraer a los pacientes, por ejemplo, a las
pruebas que requerían el TAC y una serie de aparatos que hoy son de uso diario.
Finalmente, adquirimos una clínica, la reformamos de arriba abajo y levan-
tamos, en Santa Cruz de Tenerife, nuestro hospital de referencia: Hospiten
Rambla, que se abrió en diciembre de 1995. En este hospital inauguramos
nuestro primer servicio de cirugía cardiaca y nos trajimos al jefe de la unidad
PEDRO LUIS COBIELLA SUÁREZ | GRUPO HOSPITEN
SUEÑOS DE BATA BLANCA
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