Los que dejan huella - 20 historias de éxito empresarial - page 78-79

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hecho en sí de la ruptura. Veníamos de una etapa en la que las personas habían
perdido el protagonismo, como si se hubieran sentido relegadas, y había una
sensación de desánimo, de falta de reconocimiento. Eso se recuperó: empezaron
a ver el proyecto como algo suyo y a trabajar con uñas y dientes.
En una situación económica como la que atravesamos ahora, el entorno es
muy propicio para la creación de cooperativas. Porque, curiosamente, el capi-
talismo puro y duro suele huir y abandonar las situaciones críticas. Me refiero
a la financiación. Es curioso… hoy en día con la gran fluidez de capital y con las
facilidades que hay, el capitalismo huye de situaciones de este tipo. Y a pesar de
que la financiación inicial es el momento quizás más complicado para arrancar
una cooperativa, porque tiene que comenzar con la aportación de los socios, no-
sotros estamos viendo un movimiento al alza en el cooperativismo. De hecho,
tenemos un producto, que es la franquicia, que en estos momentos está crecien-
do a ritmos del 20-25%, cifras que prácticamente no se conocen en ningún nivel
de actividad. Pero esto está pasando porque las personas buscan una alternativa
a alguien que no les está dando una solución. Estoy hablando del crédito, de la
financiación… Antes curiosamente sí se la otorgaban y con mucha más facilidad,
pero ahora ya no se la dan. Y por eso tienen que buscar otras alternativas.
En 2011 la red comercial de Consum contaba con 595 supermercados en todo el
arco mediterráneo, 432 propios –con las enseñas Consum y Consum Basic– y 163
franquiciados que operan con lamarca Charter. La cuota demercado nacional por
superficie en ese momento se situaba en el 3,7%, ocupando el séptimo puesto del
ranking
nacional de empresas de distribución.
En momentos de crisis, el cooperativismo siempre ha sido un elemento de equi-
librio y una solución para muchos. Porque una cooperativa, como economía
social, no tiene como primer objetivo ganar dinero. Nuestra prioridad son las
personas, la organización, los proyectos… pero es evidente que si no ganamos di-
nero, todo esto no sirve para nada. Por otro lado, en la situación que estamos vi-
viendo, las cooperativas son las que menos empleo destruyen, no porque aguan-
tenmejor el temporal, sino porque su estructura financiera permite que sean los
propios trabajadores los que regulen el esfuerzo y el sacrificio que hay que hacer
durante el tiempo que sea necesario, porque el proyecto es suyo.
Cuando yo entré en Consum, en el sector de la distribución tenían fama de
ser de izquierdas, por sus orígenes ligados al social catolicismo en los años 70,
pero yo les explicaba que lo que estábamos haciendo era al revés, estábamos “de-
rechizando” la economía, porque lo que hacemos es convertir a los trabajadores
en capitalistas y propietarios. Por eso, los trabajadores entienden que no siem-
pre puede haber repartos y ventajas, que también hay que hacer sacrificios.
Llevamos dos años sin crecimientos salariales y es algo que el comité social
ha asumido con absoluta tranquilidad. Los socios trabadores están muy impli-
cados, ven que hay un proyecto social, participan en la gestión, la gente se siente
orgullosa porque trabaja en una organización que gana dinero, que está reco-
nocida en el mercado. Esto tiene que ser así. Las utopías no existen. Existen los
buenos proyectos, existen los proyectos en los que la gente pone su corazón y eso
les lleva a luchar por el éxito. Si no hay éxito, es que no hay corazón.
En una organización como Consum, la venta es una opción que no se con-
templa. Nosotros estamos condenados al éxito. Aunque, formalmente, se podría
vender la empresa, sería un proceso harto complicado. En primer lugar, porque
el comprador tendría que negociar individualmente con sus propietarios (hoy
prácticamente 10.000 personas) para que les vendiera su participación y, en se-
gundo lugar, al seruna cooperativa, lasplusvalías se las llevaría laAdministración
(Estado o Comunidad Autónoma). Nuestro horizonte no está en dar valor para
vender, sino en ser cada vez más fuertes y cada día mejores.
Cualquier trabajador de Consum puede ser un socio, una vez que pase el
periodo de prueba de seis meses. Para ello tiene que hacer una inversión en el
capital de la cooperativa de alrededor de 6.000 euros, de los cuales hay una pe-
queña parte, algo más de 900 euros que son la “cuota de entrada” y que van a la
reserva obligatoria, que es irrepartible, y el resto del capital es suyo. Cada año, la
organización se va recapitalizando con los resultados que obtenemos. Una parte
del resultado va a reserva legal y el resto se “monetariza” como parte del capi-
tal de los socios. Así, los trabajadores van engrosando su capital a lo largo de su
vida laboral. En 2011 los socios y socias se repartieron 11,9 millones de euros, el
79,5% de los resultados cooperativos, a lo que hay que añadir otros 5,8 millones
de euros por los intereses percibidos por las aportaciones obligatorias a capital
social. Es decir, un total de 17,7 millones de euros, que representa una media por
socio de 2.130 euros. Alrededor del 97% de la plantilla son socios trabajadores.
En la gestión de una cooperativa hay que entender que, para que funcione
bien, tiene que haber total transparencia y lealtad, porque la relación entre las
partes exige absoluta confianza. Las personas son realmente lo importante. Si
se las trata con responsabilidad, con lealtad, si la información que se les da es
JUAN LUIS DURICH esteras | COOPERATIVA CONSUM
SI HAY ÉXITO ES QUE HAY CORAZÓN
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